sábado, 1 de octubre de 2016

Curso-taller 2016: "Poesía crítica de la inmigración pampeana" (un balance mínimo de lo que hicimos entre todos)

Universidad Nacional de La Pampa
Facultad de Ciencias Humanas
Departamento de Letras
Año académico 2016


Asignatura:Curso-Taller: poesía crítica de la inmigración pampeana”

Modalidad: presencial
Carácter: Extracurricular y de extensionismo universitario.
Profesor responsable: Daniel O. Pellegrino.
Profesor invitado: Jorge Warley.
Profesor asistente: Bruno Mondino.
Cátedras intervinientes: Seminario de literatura regional; Teoría y análisis literarios I.
Destinatarios: estudiantes y graduados de Letras; público en general.
Fecha: abril a junio de 2016

Producción gráfica: Luciana Alfonzo García


¿Qué hicimos?

Este curso ha sido una continuidad y un cierre del que se implementó el año pasado (2015) titulado “La inmigración en la poesía pampeana”. 
El centro volvió a ser la inmigración europea del siglo XX en Argentina, y su influjo en la poesía de la región pampeana. En esta oportunidad la idea de región se expandió más allá de los límites de la Provincia para comprender a toda la llanura pampeana, en la que se incluye el área metropolitana de Buenos Aires (“mi ciudad que se abre clara como una pampa”, escribió Borges) donde se vertió  el grueso del poblamiento inmigratorio. Sobre este escenario surgieron las principales voces poéticas que destacan y revisan el proceso de integración -aún no saldado- entre territorio y cultura. Escenario sobre el que se siguen sumando contribuciones que nos permiten hablar de procesos multiculturales o interculturales, como se prefiera.
En el curso 2016 propusimos un contraste entre la poesía inmigratoria ciudadana y la pueblerina, o por mejor decir pueblerina rural, porque el espacio amplio, escasamente poblado, que rodean las poblaciones han gravitado sobre el discurso poético.

Seleccionamos poemas del ambiente sainetesco (uno de Armando Vacarezza se titula “Un sainete en un soneto”) y del grotesco criollo que recibía con cierta sorna y burla a los inmigrantes en la emergente cosmópolis de Buenos Aires, a principios del siglo pasado. Claro que no olvidamos el modernismo popular de Evaristo Carriego, con poemas al estilo de “En el patio” y “Alma de suburbio”
Entre otros, sumamos al santafesino José Pedroni (“Peter y Anna”), a los bonaerenses Baldomero y César Fernández Moreno y también a quienes escribieron poemas críticos de la  etapa de la gran inmigración, como José Portogalo y Juan Gelman.
El ambiente pampeano se expresó en las voces de Norberto Righi (“Canto a La Pampa”) y Juan J. Sena (“Ley de médano”). También sumamos la poesía hecha canción de Alberto Cortez (“El abuelo”), de Teresa Parodi y Antonio Tarragó Ros (“El gringo Crelak”).
Otras aproximaciones a la cultura inmigratoria se leyeron en dos relatos puntuales que dieron tema a los talleristas para desarrollar su vena poética: el clásico “De los Apeninos a los Andes” de Edmundo de Amicis, y un interesante  trabajo de Daniel Moyano titulado, ex profeso, “Civilización y barbarie”, para contestarle al Sarmiento del Facundo.

Iniciamos la actividad en la primera semana de abril en la Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam.

En medio de protestas y paros que daban a conocer la realidad que atravesaba la docencia universitaria y la educación pública, el miércoles 27 de abril nos dimos el gusto de recibir la visita de la poeta santarroseña María del Pilar Ramos. Presentó y leyó poemas de su reciente libro, de edición propia, Duelo en pausa mayor (Antelación de los exilios); (Santa Rosa, Grafikar, 2015). Un libro por capítulos que clasifican los poemas en Álmicos, Intimistas, Revolucionarios, Sociales, Elegíacos y Poemas de los Pueblos Originarios.
También contó pedazos de su historia de vida por las calles de la infancia en Villa del Busto, en los médanos de Toay, sus primeras socializaciones como poeta en el Grupo Joven Poesía a principios de los ’80, y los avatares de sueños e insomnios que la llevan a recoger la punta del hilo que motivan sus textos.


MIÉRCOLES DE TALLER

                              Medialuna nocturna
noche callada,
miércoles de taller.
                               Edades diferentes
bordean la mesa
posan frases,
dialogan.
                              Liberan el pensamiento
ingresan a la historia
a la idea,
como si salieran de viaje.

                              Preámbulo para la imaginación,
con su versión guardada
en algún rincón
de la memoria.

                              El redondeo
de la reflexión
se despliega,
las manos escriben.

                              Y al final de los encuentros
el brindis,
por esta nutrida voluntad
para el cortejo
de la palabra.

Por María Alejandra Naunchu


 INMIGRANTES: PARTIR PARA QUEDARSE 

En el mil seiscientos dijo Lope de Vega, entristecido:
      “Ir y quedarse con las penas
y al quedar partirse,
partir sin alma, e  ir con el alma ajena.”

Partir.
          Salir quedándose,
migrar bañados en pobreza de las cosas y los otros,
de una hacer dos.
          Parto para nacer,
nazco en nuevo tiempo, nueva luz;
búsqueda de morir un poco
en viejos dolores de distancia ,
olvido de cantos natales, susurros de la noche.

Agua de piélago surcando, mareo vacilante,
mirada propia  en la miseria,
pobreza rancia,
óxido humano en montón,
matar los miedos de borrascas y ahogados,
pobrecitos los hombres.
                                                     (Envueltos en avíos de nubes,
y ausencias de pájaros en vuelo).

La tristeza cede lentamente…
                     La mañana, cielo y agua de horizonte hacen maravillas,
por esa tierra que se acerca  mansamente,
con mentidas promesas de riquezas inmensas,
                     Tierra mía,
serás sólo mía.

Ramajes  de  verdor, olvidados cantos de pájaros. 
Cansado de espera, florezco hoy,
en la borda del viejo barco 
en ésta anticipada primavera.

He cumplido inexorables mandatos de la vida:
¡De la hondura saqué  
oscuras raíces profundas,  las troqué
en sangre de siglos caminante,
a la espalda el inmigrante sol y en la mano generosa
ofrecí la tierra palpitante!.
                    Los sueños hicieron lo demás.-

Por Basko Inchaurraga



CORAZÓN

Los mensajes quedaban
como lunas menguantes
decreciendo.
La última carta
quedó prendida a sus manos
envueltas de añoranza,
por el tazón caliente
amoroso y mañanero,
que su madre
servía, envuelto
en sonrisas familiares.

Su corazón partido de espera,
imaginaba envuelto de lejanía
que esas mismas manos
servían a otra familia,
en un lejano país
llamado Argentina,
mientras en el portal de la casa
sus lágrimas se reunían.

Hubiera querido decirle,
no quiero tu  ayuda prometida
quiero mi corazón latiendo
junto al tuyo
amasando el pan
labrando la tierra.

Y partió en su búsqueda.
Con las nubes desprendiéndose
del cielo
cruza el mar.
El mismo que navegó su madre.

Con su bolsa de trapo
y algunas monedas
en la cubierta del barco
sintió la soledad y el frío.
Alguna manta solidaria
lo acompañó,
mientras soñaba
con el abrazo querido
en el umbral de alguna puerta.

Pisa Buenos Aires.
Se encuentra en América.
Conmovido
aprieta sus manos,
felicita su osadía.

La esperanza colma su alma,
se desgrana
busca la morada de su madre.
Comienza el devenir
por las calles porteñas.
Y el asombro,
con la fulgurante luz
que lo acompaña.

Encuentra las esquinas
con música y tragos.
El bullicio de la gente,
las calles abarrotadas de carruajes.

Pero, su madre partió.
Debía seguir su huella.
Las manos fraternales
que se posaron en su hombro
alentaron al pequeño viajero.
Desde la Boca con sus patios de ladrillos
y malvones rojos, oliendo a fritanga
y pan casero, siguió con sus paisanos
en su búsqueda interminable.

A pie, en carros o en tren
cruza provincias,
esteros, montes y alamedas.
Su cuerpo viste harapos
y monedas ya, no quedan.

Por unos mendrugos de pan
o un plato de comida,
llega a ser un trabajador sometido.
Por las noches
tirado en el suelo
solo piensa en no morir
para llegar a Tucumán,
su último destino.

Y allí llegó, harapiento
con sus pies escaldados.
Su mensaje
cruzó cualquier arboleda.
Madre, sé donde estás.
Tu corazón llama a silencio,
perose que vivirás.
Pondré mi mano
en tu vientre entrañable,
y me agregaré al sol
para verte siempre.

 Por María Alejandra Naunchuk



ELEGÍA PARA QUE VUELVAS, OLGA OROZCO

Te escucho hoy, desde uno de tus últimos libros:

“Ahora vas al frente de las grandes heladas de julio.
Abres la marcha igual que un almirante, de cara contra el viento,
incrustada en la proa de tu barco fantasma,
tan solemne y pausada como la protagonista de la puntual fatalidad”

Presurosa por el frío, Pellegrini arriba,
buscabas tu té de siempre, en ese casi último destino:
del hotel de inmóviles trenes al café de Sonia;
el de la siempre afectuosa bienvenida.
Allí te escuchamos, conocimos y aprendimos a quererte.

Estabas acá…
y tu corazón, “en abismado eco” miraba hacia Toay:

“Yo nací con vosotras, incesantes arenas, 
en un lugar donde los días tienden sus flores cenicientas
como si solo fueran recuerdos de algún sueño…
una llanura, al sur,…
toda la sed, la dura soledad de no alcanzar la dicha
más allá de su llanto”.

Conociste siempre mucho más, del común
de la vida y del sentir de los otros.
Venturosa maga, pitonisa de oscuros senderos
no sé si sabías que el inexorable luto
se acercaba. El tuyo con tiempo de partida, y la casa de las arenas,
siguiéndote.
           Sólo un lustro te quedaba, cinco añitos apenas.


Aprisionando el tiempo en el café,
festejaste tus setenta y cuatro años,
por primera vez en La Pampa, un libro tuyo fue presentado,
uno de los últimos: Con esta boca en este mundo.
Y en esta tierra del nacer, reencontraste tu áspera infancia,
los adormecedores vientos y la vieja casa. 
Hasta hubo tiempo para  la magia inesperada de un té
en la casona  de los Sfondrini,
donde la  voz melodiosa sentenció:
¡Alce la perrita, señor, álcela,
tiene mucho miedo,
pues está viendo algo…
que Ud. nunca podrá ver!

El tiempo alcanzó para una sonrisa
en el atardecer y su oculto hechizo acariciante.


El último mandato fue cumplido,
señora de la voz ronca profunda como el viento,
tu casa resplandece en la llanura.
Tus atavíos descansan en encristaladas vidrieras,
los juegos de abalorios reposan mansamente,
sembraste viejas alegrías ya olvidadas, encerraste los temores,
las sombras, el desamparo, las ominosas ausencias;
sólo los hechizos refulgen desde las páginas de tus libros.

Incansable es el viento
y como antiguo rito escucho tu voz:

          "Madre, madre
vuelve a erigir la casa y bordemos la historia.
                                          Vuelve a contar mi vida"

Por Basko Inchaurraga


¿QUIÉN SOY?

Soy la voz del arrabal, un guapo que transita
por una ciudad dormida,
un conventillo en el suburbio, que busca en ese
pentagrama de calles y de luces,
insertarse en el pueblo
junto al yoyega, el goruta , el barrio.
donde el rufián, su grela, una mano, su cintura
y cuatro compases dibujan el sentir de algo                                                                 tan nuestro.
Soy el telón que se corre, un escenario cualquiera
una garaba y un vivillo en el simple repiqueteo
de unos tacos marcando los vaivenes, de la melodía que desgarra un bandoneón,
y manos enrojeciendo en el sentir de un dos por cuatro.
Me preguntás ¿quién soy?
como te dije...
pueblo , arrabal , sentir,
soy simplemente,
el tango.

Por "Bocha" Campo 

ABUELA NATALIA
Ella nos mira ya desde la verdadera realidad de su rostro. 
Olga Orozco

Alta abuela, marfilosa estampa. Alhucema de luces, tu mirada.
Madrona de los patios, en tu pulida pobreza, te recuerdo,
allí, donde las cercas de piquillín y cina-cina eran el límite
de todos los olvidos;
de todas las ausencias.
Manos talladas por surcos sempiternos;
alegre verdulera que animaba las fiestas de tu pueblo.
Hablabas de otro tiempo. De alarido y degüello:
“Yo vengo del Azul”- nos repetías.
“Donde Catriel maloneaba en las estancias”.
Y por tus ojos de fogosa lumbre, revivías
historias fantasmales narradas a la siesta de un Anguil legendario,
entre adobones grises de maternal caricia;
o en esas noches cálidas con sones de guitarras
cuando papá cantaba: tonadas y mazurcas;
estilos y milongas,
entreplantines de albahaca y las acacias.
Abuela, abuela, enérgicos tus gestos decididos
de comadrona austera, iba enhebrando, uno a uno, los hilos de la vida.
Blanquecinos y gráciles hilvanes que crecían
como hijos repetidos y que abrigaban nuestros pequeños cuerpos,
allá, en el tiempo de la infancia.
Pilar seguro de inalterable firmeza solidaria
que rastreaba los surcos de los trenes
cuando tu corazón se salía de madre
para alcanzar el nuestro.
Gran abuela Natalia, cada vez que te nombro un rumor caudaloso
me sonroja la sangre.
Yo quiero que regreses a trenzar
el último tramo de mi vida.

Por María del Pilar Ramos
Madrugada del 27/08/2014,
en Duelo en pausa mayor (Antelación de los exilios), Santa Rosa, Grafikar, 2015.


COMENTARIO DEL POEMA "PETER Y ANNA" DE JOSÉ PEDRONI

José Bartolomé Pedroni Fantino (Gálvez, 21 de septiembre de 1899-Mar del Plata, 4 de febrero de 1968), poeta cuyo lugar de residencia -la mayor parte de su vida- fue la ciudad de Esperanza, provincia de Santa Fe.
Esperanza  es una colonia de inmigrantes, fundada en 1856. José Pedroni hace referencia a la gesta colonizadora de sus habitantes en el libro Monsieur Jaquín,  editado en 1956 al celebrarse el Centenario de la fundación de la ciudad. El poema “Peter y Anna”, inserto en este libro, expresa las dificultades que deben afrontar los inmigrantes al llegar a una tierra extraña, manifestada en el poema como "selva bárbara", que consiste no sólo en las que derivan de una naturaleza hostil sino también las de tipo emocional ante el desarraigo.
En una entrevista de Alonso Enrique Barrientos para un diario guatemalteco "La hora dominical", en 1960, se le pregunta a Pedroni qué opina de la poesía, y él responde:
"Es la eterna vencedora del estudio y el retrato, protegida por ese -no sé qué- de irreal y vaporoso que la envuelve y que suele desvanecerse con sólo mudar de sitio una palabra, por ser la manifestación de una misteriosa área interior que parece encontrarse más allá del entendimiento".
Es así como en el poema se intercalan continuamente imágenes que corresponden por un lado al suelo de la pampa, y por otro a Hintertiefenbach, Alemania, el lugar de origen de los protagonistas Peter y Anna; imágenes impregnadas de una fuerte carga emotiva, ya que aluden a la nostalgia, desamparo, pobreza y lucha contra la adversidad.
Se describe el lugar del entierro de Peter, que ha muerto de pena, como la calle “árida” donde “llora” Anna: "seca es la tierra virgen, duro es el suelo de la pampa", en tanto "el cementerio de Hintertiefenbach era de tumbas blancas". También refiere de manera exasperada a la "tierra en la boca, tierra en el cabello, tierra en toda la cara.", en oposición a “la casita de Hintertiefenbach estaba junto al agua".
Sin embargo hay una mención del esfuerzo y capacidad de trabajo de los inmigrantes de la colonia ante la presencia de carros ruidosos que derraman trigo, caballos y guitarras, mientras que se añora: "un huerto de cerezos estaba junto al agua".
La escena aparece enmarcada por  “la voz  de la paloma” en el monte de Esperanza, que los sigue “desolada”,   en contraste con el  recuerdo del canto de las mujeres en los entierros de Hintertiefenbach.
Esto idea del canto se refuerza con la opinión del poeta, brindada en la entrevista periodística mencionada, quien afirmaba: "...la poesía nace del alma del poeta y tiene la pureza de la lágrima. El canto resulta de una necesidad, así como el llanto no se llora pensando sino en el sufrimiento".

Por Cristina Perrin