“Ningún lenguaje pude
dar cuenta cabal de la belleza y el esplendor de los árboles en este momento
preciso. Sería fácil sugerir, mediante un galimatías, una idea vaga de los
colores suntuosos, como una masa enmarañada de brillantes hilos de seda; pero no
puede transmitirse el verdadero encantamiento que suscita. El esplendor, ya sea
de cada árbol como del paisaje todo es insuperable. La mudanza de en los
colores de los robles se halla en estado avanzado; y, según su posición
respecto del sol, estos parecen teñirse de un oro intenso y magnífico que varía
según haya luz o sombra en sus hojas. Del lado en que los rayos pegan de forma
directa, el efecto es de gran riqueza; el resto también es bello aunque menos
luminoso. El colorido del roble es más magnífico aún que el amarillo claro de
los arces y los nogales. El paisaje se ve cubierto ahora de esta indescriptible
pomposidad; se alcanza a ver a lo lejos, en las alturas; y parece que Blue
Hill, a varias millas de distancia, en Milton, refulge con luz suntuosa, o en verdad
no refulge, ni siquiera brilla; un resplandor atenuado es lo que acaso más se
acerca a la expresión ideal.”
El fragmento pertenece
al escritor estadounidense Nathaniel
Hawthorne (1804-1864) -autor de relatos ya clásicos como Wakefield y La letra escarlata- y pertenece a sus Cuadernos norteamericanos
(Argentina, La Compañía, 2016, pp. 97-98).
-Lea reflexivamente el
texto, y a continuación utilícelo como contenido-guía para escribir un ensayo breve de una carilla
acerca de la naturaleza de la literatura.