Georg
Lukács según Paul De Man
Paul
De Man (Bélgica, 1919- Estados Unidos, 1983) es uno de los críticos más
destacados de la llamada “teoría de la deconstrucción”. En su breve escrito “La
Teoría
de la novela de Georg Lukács” (en Visión
y ceguera. Ensayos sobre la retórica de la crítica contemporánea, San Juan, Editorial de la Universidad de
Puerto Rico, 1991, pp. 62-70) desarrolla una llamativa tesis. Por analogía con
aquello que diversos especialistas sostienen sobre la Fenomenología del
Espíritu de George Hegel, De Man afirma
que la Teoría de la novela luckacsiana es, en realidad, una novela,
narrada en primera persona.
Se reproduce a continuación un fragmento.
(…) No es mi intención
dedicarme a la compleja tarea de definir los elementos unificadores del
pensamiento de Georg Lukács. A través de un breve examen crítico de la Teoría de la novela, espero hacer
algunas distinciones preliminares entre lo que en este ensayo apretado y
difícil aun parece ser válido y lo que, por el contrario, ha resultado
problemático. Escrita en un lenguaje que utiliza una terminología prehegeliana
a la vez que una retórica posnitezschiana, y con la tendencia liberada a
sustituir sistemas generales y abstractos por ejemplos concretos, la Teoría de la novela no es en modo alguna
una lectura fácil. Resulta particularmente desalentadora la exyraña pretensión
del punto de vista que prevalece a lo largo del ensayo: el libro está escrito
desde el punto de vista de una mente que pretende haber llegado a un grado de
generalidad tan avanzado que podría hablar, por así decirlo, en nombre de la
conciencia novelística misma.
Es la Novela misma la
que nos cuenta la historia de su propio desarrollo, así como en la
Fenomenología de Hegel es el Espíritu
quien narra su propio viaje. Pero hay una diferencia crucial: dado que el
Espíritu de Hegel ha llegado al pleno entendimiento de su propio ser, puede
llegar a arrogarse una autoridad indiscutible, punto al que la conciencia
novelística de Lukács, según confesión propia, no le es permitido llegar.
Atrapada en su propia
contingencia, y al ser efectivamente la expresión de esta contingencia,
permanece como un mero fenómeno sin poder regulador. Esto nos conduciría a
esperar un método reductivo, provisional y cautelosamente fenomenológico antes
que una historia todo-abarcadora que afirma sus propias leyes. Al traducir la
obra a un lenguaje menos exaltado, se
pierde el pathos filosófico conmovedor e impresionante; por otra parte, sin
embargo, algunas de sus preconcepciones se hacen más patentes.
Comparada con una obra
formalista como, por ejemplo, La retórica
de la ficción (1961) de Wayne Booth, o una obra basada en una visión más
tradicional de la historia, como Mímesis
(1942) de Auerbach, la Teoría de la novela tiene pretensiones mucho más
radicales. El surgimiento de la novela como el género moderno más importante,
aparece allí como resultado de un cambio
en la estructura de la conciencia humana; el desarrollo de la novela refleja
modificaciones en la manera en que el hombre se define con respecto a todas las
demás categorías existenciales. (…)
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