La
semiótica del miedo
Un curioso ejemplo del
modo en Yuri Lotman concibe su semiótica de la cultura lo ofrece su ensayo
“Caza de brujas. La semiótica del miedo”, publicado originalmente en Revista de Occidente (número 328,
Madrid, octubre de 2008, pp. 5-33). Según escribió sobre este artículo Silvia
Burni:
Por
lo que se refiere al semiólogo de Tartu, el «miedo» representa un importante
objeto de investigación porque está relacionado con la presencia del cˇužoj
[el otro, el ajeno, el extraño, el extranjero], es decir de quien se encuentra
fuera del sistema. La función cultural del otro es inmensa: situado al margen
de todas las funciones, consigue sin embargo irrumpir en lo «cotidiano».
Además, el vínculo entre cˇužoj e izoj [rechazado] tiene una gran relevancia
y una apremiante actualidad: cada cultura crea su propio sistema de
«marginales», de rechazados, aquellos que no quedan incluidos en dicha cultura.
La irrupción de estos en el sistema hace que lo exterior a él se convierta en
uno de los estímulos fundamentales para la transformación de un modelo
estático en un modelo dinámico. El dinamismo de la cultura es fruto de la
coexistencia, en el interior de un mismo espacio cultural, de distintas lenguas
relacionadas con grados diversos de traducibilidad o intraducibilidad: cuanto
más denso y frondoso sea el espacio cultural, más complejo será el sistema
que de él deriva.
Yuri
Lotman, “Caza de brujas. La semiótica del miedo”. Un fragmento
En las últimas décadas
los historiadores, que cada vez dan más importancia al estudio de la vida
anónima de las masas, se han interesado de forma especial por las
características de la psicología de masas, la ilusión y el miedo colectivo que
han aparecido esporádicamente en determinados momentos de la historia. La
historia tiende cada vez más a convertirse en una ciencia sobre la conciencia
de masas. No obstante, a lo largo del camino nos encontramos con algunos
obstáculos significativos: en los documentos del pasado, la conciencia de masas
queda poco reflejada e incluso alterada. El objeto no se da directamente en los
documentos, sino que es necesario reconstruirlo recurriendo a todo el arsenal
de mecanismos de desciframiento de los que dispone el investigador en la
actualidad.
Y es aquí cuando la
semiótica resulta de gran ayuda, porque con ella se puede analizar de un modo
natural y elemental cualquier texto no como algo que nos es simplemente dado,
sino en calidad de objeto que hay que descifrar. La semiótica se centrará, ante
todo, en los mecanismos codificadores que ha generado el texto.
Este método es
especialmente significativo para el análisis de los textos creados en momentos
de agudos conflictos intelectuales (y por tanto, también semióticos), que son
los que reflejan las tensiones en los momentos críticos del desarrollo social
de la humanidad. En tales situaciones, una de las emociones que más se
intensifican es el miedo, de modo que no es de extrañar que sea precisamente el
miedo el que se haya convertido en objeto de atención de los historiadores a lo
largo de las últimas décadas.
La cuestión del miedo
plantea al investigador problemas no tan sólo psicológicos, sino también
semióticos. Con esto quedan al desnudo aquellos mecanismos culturales que en
otros contextos socioculturales se sustraen a la observación y no se
manifiestan con tanta evidencia. Es bien sabido que el estudio de la sociedad
en un estado de crisis representa uno de los métodos más efectivos para
desvelar la invariante no crítica («normal») de su estructura en condiciones no
críticas («normales»). El análisis de los mecanismos semióticos que se
actualizan en el seno de una sociedad presa del miedo nos interesa no solamente
en sí mismo, sino también como medio de representación del mecanismo semiótico
de la cultura como tal.
Cuando analizamos la
sociedad convertida en víctima del miedo de masas, podemos distinguir dos
casos: 1) La sociedad está amenazada por algún tipo de peligro evidente para
todo el mundo (por ejemplo, la «muerte negra», una epidemia de peste o la
invasión de Europa por parte de los turcos). En este caso, la fuente del
peligro está clara, el miedo tiene un destinatario «real» y el objeto que lo
genera es el mismo, tanto para la víctima que lo sufre como para el historiador
que estudia la situación. 2) La sociedad es presa de un ataque de miedo cuyas
causas reales desconoce (como también le ocurre a veces al historiador, que se
ve obligado a recurrir a estudios especializados para poder desvelarlas).
En esta situación
aparecen unos destinatarios mistificados, construidos semióticamente: no es la
amenaza la que crea el miedo, sino el miedo el que crea la amenaza. El objeto
del miedo resulta ser una construcción social, la creación de códigos
semióticos, con cuya ayuda la sociedad en cuestión se codifica a sí misma y al
mundo circundante. Son precisamente estos casos los que se nos presentan como
especialmente significativos. La caza de brujas, cuyo paroxismo sacudió la
Europa occidental en los siglos XVI y XVII, puede considerarse como un clásico
ejemplo de este tipo.
(La traducción del ruso
del ensayo completo por Margarida Ponsatí Murlà se encuentra en: https://gescsemiotica.com/wp-content/uploads/2020/03/Yuri-Lotman-22Caza-de-brujas.-La-semio%CC%81tica-del-miedo22.pdf)
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