martes, 17 de marzo de 2020

Fragmento segundo de una imaginaria clase inicial (Coronavirus, ¡atrás! ¡atrás! ¡atrás!)

Límites de la teoría literaria

En “El simulacro. Notas para una diacronía”, introducción que escribió para un libro de Roland Barthes (¿Por dónde empezar?, Barcelona, Tusquets, “Cuadernos ínfimos” n. 55, 1974, pp. 15-25), Marc Buffat reflexiona en una nota al pie sobre la cuestión que nos parece central en relación a los límites de la teoría literaria, en el sentido de cuál es su objeto su estudio, o más directamente: ¿de qué habla? Porque allí el crítico francés refresca la tensión existente entre dos polos.

Por un lado, la búsqueda de la literaridad, esa naturaleza particular que permitiría definir un campo de análisis en el sentido epistemológico tradicional y sus correspondientes extensiones nomológica y metodológica. Buffat sostiene que tal búsqueda -nótese la fecha de su artículo- ya ha tropezado con tantos obstáculos que se la puede considerar ya sepultada o en la limbo en el que sobreviven las buenas intenciones utópicas.

En el sentido contrario, se pregunta si en realidad la modernidad no pasa por la disolución de la noción de literatura.

Entre esos límites, pues, parece extenderse toda discusión acerca de la especificidad (o no) que la teoría y la crítica literaria reclaman para sí. De alguna manera puede afirmarse que las diversas corrientes y autores definen sus herramientas conceptuales y su práctica analítica tratando de resolver de diverso modo la discusión que esta problemática abre. Y hasta es posible observar la manera en que conceptos como el de texto -al menos a partir de la apropiación que de esta noción han realizado autores como el mentado Barthes y Julia Kristeva, por ejemplo- busca conjurar el desafío colocándose adentro y afuera a la vez,  en el punto de intersección entre una línea y la otra.



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