martes, 12 de mayo de 2020

Apostillas a la novena clase teórica


La semiótica del miedo

Un curioso ejemplo del modo en Yuri Lotman concibe su semiótica de la cultura lo ofrece su ensayo “Caza de brujas. La semiótica del miedo”, publicado originalmente en Revista de Occidente (número 328, Madrid, octubre de 2008, pp. 5-33). Según escribió sobre este artículo Silvia Burni:

Por lo que se refiere al semiólogo de Tartu, el «miedo» representa un importante objeto de investigación porque está relacionado con la presencia del cˇužoj [el otro, el ajeno, el extraño, el extranjero], es decir de quien se encuentra fuera del sistema. La función cultural del otro es inmensa: situado al margen de todas las funciones, consigue sin embargo irrumpir en lo «cotidiano». Además, el vínculo entre cˇužoj e izoj [rechazado] tiene una gran relevancia y una apremiante actualidad: cada cultura crea su propio sistema de «marginales», de rechazados, aquellos que no quedan incluidos en dicha cultura. La irrupción de estos en el sistema hace que lo exterior a él se convierta en uno de los estímulos fundamentales para la transformación de un modelo estático en un modelo dinámico. El dinamismo de la cultura es fruto de la coexistencia, en el interior de un mismo espacio cultural, de distintas lenguas relacionadas con grados diversos de traducibilidad o intraducibilidad: cuanto más denso y frondoso sea el espacio cultural, más complejo será el sistema que de él deriva.

Yuri Lotman, “Caza de brujas. La semiótica del miedo”. Un fragmento

En las últimas décadas los historiadores, que cada vez dan más importancia al estudio de la vida anónima de las masas, se han interesado de forma especial por las características de la psicología de masas, la ilusión y el miedo colectivo que han aparecido esporádicamente en determinados momentos de la historia. La historia tiende cada vez más a convertirse en una ciencia sobre la conciencia de masas. No obstante, a lo largo del camino nos encontramos con algunos obstáculos significativos: en los documentos del pasado, la conciencia de masas queda poco reflejada e incluso alterada. El objeto no se da directamente en los documentos, sino que es necesario reconstruirlo recurriendo a todo el arsenal de mecanismos de desciframiento de los que dispone el investigador en la actualidad.

Y es aquí cuando la semiótica resulta de gran ayuda, porque con ella se puede analizar de un modo natural y elemental cualquier texto no como algo que nos es simplemente dado, sino en calidad de objeto que hay que descifrar. La semiótica se centrará, ante todo, en los mecanismos codificadores que ha generado el texto.

Este método es especialmente significativo para el análisis de los textos creados en momentos de agudos conflictos intelectuales (y por tanto, también semióticos), que son los que reflejan las tensiones en los momentos críticos del desarrollo social de la humanidad. En tales situaciones, una de las emociones que más se intensifican es el miedo, de modo que no es de extrañar que sea precisamente el miedo el que se haya convertido en objeto de atención de los historiadores a lo largo de las últimas décadas.

La cuestión del miedo plantea al investigador problemas no tan sólo psicológicos, sino también semióticos. Con esto quedan al desnudo aquellos mecanismos culturales que en otros contextos socioculturales se sustraen a la observación y no se manifiestan con tanta evidencia. Es bien sabido que el estudio de la sociedad en un estado de crisis representa uno de los métodos más efectivos para desvelar la invariante no crítica («normal») de su estructura en condiciones no críticas («normales»). El análisis de los mecanismos semióticos que se actualizan en el seno de una sociedad presa del miedo nos interesa no solamente en sí mismo, sino también como medio de representación del mecanismo semiótico de la cultura como tal.

Cuando analizamos la sociedad convertida en víctima del miedo de masas, podemos distinguir dos casos: 1) La sociedad está amenazada por algún tipo de peligro evidente para todo el mundo (por ejemplo, la «muerte negra», una epidemia de peste o la invasión de Europa por parte de los turcos). En este caso, la fuente del peligro está clara, el miedo tiene un destinatario «real» y el objeto que lo genera es el mismo, tanto para la víctima que lo sufre como para el historiador que estudia la situación. 2) La sociedad es presa de un ataque de miedo cuyas causas reales desconoce (como también le ocurre a veces al historiador, que se ve obligado a recurrir a estudios especializados para poder desvelarlas).

En esta situación aparecen unos destinatarios mistificados, construidos semióticamente: no es la amenaza la que crea el miedo, sino el miedo el que crea la amenaza. El objeto del miedo resulta ser una construcción social, la creación de códigos semióticos, con cuya ayuda la sociedad en cuestión se codifica a sí misma y al mundo circundante. Son precisamente estos casos los que se nos presentan como especialmente significativos. La caza de brujas, cuyo paroxismo sacudió la Europa occidental en los siglos XVI y XVII, puede considerarse como un clásico ejemplo de este tipo.

(La traducción del ruso del ensayo completo por Margarida Ponsatí Murlà se encuentra en: https://gescsemiotica.com/wp-content/uploads/2020/03/Yuri-Lotman-22Caza-de-brujas.-La-semio%CC%81tica-del-miedo22.pdf)



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