martes, 12 de mayo de 2020

Más apostillas a la novena clase teórica


Semiosfera: la vaca y el churrasco

En 1984 Yuri Lotman publicó  las páginas de la revista Semiotiké el artículo “Acerca de la semioesfera”, dedicado a Roman Jakobson. La importancia del escrito radica que en él Lotman define uno de los conceptos fundamentales de su teoría. A continuación reproducimos unos fragmentos tomados de la traducción del ruso de Desiderio Navarro (“Acerca de la semiosfera”, en Yuri Lotman, La semiosfera I. Semiótica de la cultura y el texto, Madrid, Cátedra, “Frónesis”, 1996, pp. 21-42).

La semiótica actual está viviendo un proceso de revisión de algunos conceptos básicos. Es de todos sabido que en los orígenes de la semiótica se hallan dos tradiciones científicas. Una de ellas se remonta a Peirce y Morris y parte del concepto de signo como elemento primario de todo sistema semiótico. La segunda se basa en las tesis de Saussure y de la Escuela de Praga y toma como fundamento la antinomia entre la lengua y el habla (el texto). Sin embargo, con toda la diferencia existente entre estos dos enfoques, tienen algo esencial en común: se toma como base el elemento más simple, con carácter de átomo, y todo lo que sigue es considerado desde el punto de vista de la semejanza con él. Así, en el primer caso, se toma como base del análisis el signo aislado, y todos los fenómenos semióticos son considerados como secuencias de signos. El segundo punto de vista, en particular, se expresó en la tendencia a considerar el acto comunicacional aislado -el intercambio de un mensaje entre un destinador y un destinatario- como el elemento primario y el modelo de todo acto semiótico. Como resultado, el acto individual del intercambio sígnico comenzó a ser considerado como el modelo de la lengua natural, y los modelos de los lenguas naturales, como modelos semióticos universales, y se tendió a interpretar la propia semiótica como la extensión de los métodos lingüísticos a objetos que no se incluían en la lingüística tradicional. (…)

El camino recorrido por las investigaciones semióticas durante los últimos veinte años permite tomar muchas cosas de otro modo. Como ahora podemos suponer, no existen por sí solos en forma aislada sistemas precisos y funcionalmente unívocos que funcionan realmente. La separación de estos está condicionada únicamente por una necesidad heurística. Tomado por separado, ninguno de ellos tiene, en realidad, capacidad de trabajar. Sólo funcionan estando sumergidos en un continuum semiótico, completamente ocupado por formaciones semióticas de diversos tipos y que se hallan en diversos niveles de organización. A ese continuum, por analogía con el concepto de biosfera introducido por V. I. Vernadski, lo llamamos semiosfera. (…)

Se puede considerar al universo semiótico como un conjunto de distintos textos y lenguajes cerrados unos con respecto a los otros. Entonces todo el edificio tendrá el aspecto de estar constituido por distintos ladrillitos. Sin embargo, parece más fructífero al acercamiento contrario: todo el espacio semiótico puede ser considerado como un mecanismo único (si no como un organismo). Entonces resulta primario no uno u otro ladrillito, sino el ‘gran sistema’, denominado semiosfera. La semiosfera es el espacio semiótico fuera del cual es imposible la existencia misma de semiosis.

Así como pegando distintos churrascos no obtendremos una vaca, pero cortando un ternero podemos obtener churrascos, sumando los aspectos semióticos particulares, no obtendremos un universo semiótico. Por el contrario, sólo la existencia de tal universo -de la semiosfera- hace realidad el acto sígnico particular.

Hasta acá la cita. A continuación Lotman da cuenta y ejemplifica largamente los rasgos distintivos de la semiosfera. Básicamente son dos: su carácter delimitado y la irregularidad semiótica. La segunda determina la existencia de lo que el autor denomina “profundidad diacrónica”, es decir que, de alguna manera, Lotman retoma las críticas de Roman Jakobson y Iuri Lotman sobre la necesidad de superar la clásica antinomia saussureana.
  


No hay comentarios:

Publicar un comentario